lunes, abril 17, 2006

Y seguimos en espera

La semana pasada no sólo fue estresante por el cierre; muchos, incluyéndome, pensamos que Lucio llegaría en cualquier momento. El cómodo contenedor de la panza es más un spa de recreo que un útero gestante; desde la semana 37 está listo. Según las estimaciones del Doc, el tamaño de Mamá de Lucio, más bien pequeño, nos hizo pensar que llegar a la semana 40 sería imposible. El martes pasado tuvimos la visita en casa de Ricardo Galarza, caballero de cepa seleccionada de entre los mejores Tannat de Uruguay, un tipazo que se ganó nuestro corazón y los saltos de Lucio. Durante la noche Mamá de Lucio tuvo contracciones, el miércoles por supuesto estuve distraído y pensando más en el pronto arribo que en el cierre. Durante el día desaparecieron y asumimos que lo vivido fueron simplemente contracciones de ensayo, meros síntomas del parto (pródromos). Los días de semana santa hubieran sido perfectos para conectar con las siguientes dos que solicité como vacaciones, pero Lucio quiso que viniera a trabajar y dar una actualizada al blog. El sábado, además de las últimas compras que resultaron ser muchas, llegaron a México Abuelita e Iván. Ayer lo dedicamos a convivir y platicarles todo un embarazo que no han vivido de cerca pero que han seguido semana a semana con mucha atención. Las bolsas y más bolsas con regalos lo demuestran. Estamos convencidos de que gracias a Iván, Lucio podrá estar en contacto y respetar la naturaleza desde muy pequeño; aprenderá a pescar con mosca y hasta podría ser campeón infantil teniendo a un abuelo tan emocionado y lleno de proyectos como Iván. Estos cuatro días los hemos usado para acabar de ordenar el nido que no termina de convencer a un par de padres inquietos por el arribo. Por ratos, me dediqué a completar una serie de cambios e ideas que estaban pendientes, incluyendo poner cortinas, reparar, remendar y ordenar el contenido de grandes cajas en contenedores más pequeños y de vuelta a otra caja más grande.
Seguimos sin cuna, ni una cómoda para guardar todos los regalos que Lucio ha recibido, no sé si tendremos suficientes días de bebé pequeño para que use cada prenda recibida. La pregunta de primerizo permanece: ¿tenemos todo o a la mera hora faltará algo? Sin duda nos sobra la ansiedad por tener a nuestro hijo en brazos. Para calmarla, plática, apapacho, películas y conexiones maternales. Ayer salí a caminar con Abuelita y aproveché para demostrar todo lo que su vástago sabe de embarazos y bebés. Seguro que fue tal mi emoción en los relatos que finalmente, incrédula, me preguntó: «¿Pues cuántos piensan tener?» Y respondí con plena convicción: «Uno o tres, pero nunca dos».
Si todo sigue como hasta ahora, si todo es tan fantástico y emotivo, si con cada hijo las almas se unen más, podría dedicar mis días a tener más Lucios, claro, siempre y cuando sea con Mamá de Lucio.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Uno es dificil de no consentirlos demasiado

Dos, uno es preferido de mama y el otro de mama

Tres, es el punto sobre las "ies" o la gota que derrama el vaso cuando las actividades, juntas de escuela, se tienen que hacer lo mismo por 3ra vez pero prolonga el quedarse solos cuando se van.

Mas de tres es dificil darles suficiente cuidados, dedicacion y educacion, etc.

Los hijos no se poseen, se tienen prestados, Los hijos no unen o desunen, es la madurez y responsabilidad/inmadurez y irresponsabilidad de los padres.