lunes, abril 03, 2006

Los últimos días de la barriga (PARTE 2)

Un bebé le cambia la vida a todo un mundo. Como la lluvia que moja a muchos, nunca a unos cuantos, refresca y aviva al que lo disfruta; así en nuestro pequeño planeta, que ya no es sólo de dos, ni será de tres. Ahora es habitado también por todos nuestros amigos que por experiencia nos entienden, algunos que por cariño se suman y otros que por simple convivencia se contagian del espíritu Lucio. Todos esperan con ansia (como nosotros), la lluvia refrescante del nacimiento.
Hoy fue el primer día que mi amada se quedó en casa a esperar el momento de las contracciones. Me sentí incompleto sin acariciar su vientre en los semáforos. El noticiario me sonó plano sin sus comentarios y protestas por las barbaridades políticas que vivimos. Y por la mañana, la gente con quien me encontré en los pasillos preguntó animosa por ella:
—¿Ya nació? ¿Ya está en reposo?
Todos quieren los detalles: el doctor, nuestro ánimo y el nerviosismo que latente espera el momento justo para entorpecernos. Hoy todo luce diferente, los días se alargan y los fines de semana son cortos... insuficientes, muchas actividades, vida social y llamados de gente que quiere despedirse de la hermosa barriga en donde ha crecido Lucio, y la pregunta que está siempre presente: ¿Cuánto falta?
El sábado fue día de doctor y curso. Esperábamos dedicar 30 minutos a un monitoreo de su actividad cardiaca, para lo cual se tiene que mover Lucio, que después de la tremenda fiesta del viernes permaneció dormido. Tuvimos que posponerlo, como con los coches en el taller, y después de una empanada enloqueció durante la plática sobre cuidados del recién nacido. Fin del curso y entonces una cosa lleva a la otra, hambre y mucha; inmediatamente después un nuevo intento por registrar el monitoreo, consulta con Jesús, nuestro doctor Pro-mamá:
—Es un embarazo de libro—. Me encanta su acento norteño, franco y confiable. Experimento el orgullo paternal cada vez que lo escucho admirar la perfección de la Gestación Luciana. Detrás del escritorio, su colega Eduardo (aún más joven)observa con atención los estudios. Sonríe, comenta en voz baja, se le nota que también come ansias de ver este evento maravilloso que nos dejará estupefactos.
—Pues ya vayan preparando la maleta porque en cualquier momento puede iniciar el trabajo de parto—. Corren las apuestas; ¿llegará el día 20 (semana 40)?. Todo es un albur. Por lo pronto regresé a comer a casa y Mamá de Lucio, incansable como es ella, regresó a la oficina conmigo a trabajar. La vida nos ha cambiado.
Mi abuelo estaría muy orgulloso, él, que siempre se preocupó porque encontrara una buena muchacha, hoy le podría decir que además la encontré única y extraordinaria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Alejandro, eres muy suave y sutil para escribir. Me emociona leer todas las sensaciones que tienen como padres, y sobretodo que hayas encontrado auna "muchacha única y extraordinaria".

Ahora sólo preguntar, qué podría regalarle a
L u c i o ?????